Hacia el primer cuarto de siglo, la industria agrícola experimentará importantes cambios en su ADN y Latinoamérica tiene buenas expectativas.
El año anterior los precios de los principales cultivos, ganado, productos pesqueros, carnes y lácteos disminuyeron a sus máximos históricos, por lo que el augurio de la FAO es que, a partir de 2016, la demanda irá disminuyendo de forma progresiva a pesar del aumento de la población mundial.
Sin embargo, dichos territorios experimentarán un fuerte consumo de productos cárnicos, pesqueros y lácteos, lo cual derivará en un aumento de la demanda de cereales secundarios, como el forraje y harinas proteicas.
En los países en desarrollo, también se experimentará un aumento del consumo que impactará en la reducción de persona desnutridas y que los porcentajes pasen del 11 al 8% durante el mismo periodo.
Las expectativas apuntan a que tanto los países en desarrollo como los desarrollados experimenten un rápido consumo de azúcar, aceites y grasas frente a los granos básicos y proteínas, esto porque los consumidores se decantan hacia los procesados.
En Centroamérica los productores de carne se concentran desde ya en mejorar la productividad empleando técnicas de pastoreo, captura y distribución de aguas y capacitación administrativa. El fin es mejorar la competitividad de la cadena cárnica bovina.
En muchas partes de América Latina y África subsahariana, existen las posibilidades de que se incrementen las áreas agrícolas de forma sostenible por ejemplo, en soja para el primero y en cereales para el segundo.
Sobre la tecnología, según los expertos, todavía la lentitud marcará la adopción de los avances tecnológicos, lo cual impactará de forma directa en el rendimiento del crecimiento.
A nivel de la región destacan rubros como el cafetalero que en varios países usa tecnología avanzada en cultivos lo que le ha permitido mejorar su calidad y lograr competitividad. El rubro azucarero también ha experimentado un uso avanzado de tecnología para el procesamiento.
De acuerdo con la FAO, el rendimiento para América Latina será del 15% en la proporción de la superficie agrícola hacia 2025, lo cual superar el crecimiento de los rendimientos. Aunque el crecimiento de la oferta y la demanda apuntan a comportarse de forma similar, en términos generales, los precios reales de los productos agrícolas permanecerán estables, aunque habrá cambios en los precios relativos que ajustarán el comportamiento de la demanda y diferencias en las condiciones de la oferta.